abril 19, 2024 6:36 pm

TAL CUALLuis Carlos Rodríguez González

Lo ocurrido hace unos días con los exámenes de admisión al nivel bachillerato para ingresar a Preparatorias y Colegios de Ciencias y Humidades de la UNAM debe llevar a la reflexión de que algo no está funcionando bien el sistema instrumentado en la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems) y en la propia máxima casa de estudios del país.

La Comipems se creó en 1996 cuando diversas instituciones educativas públicas del entonces Distrito Federal y del Estado de México firmaron un convenio de colaboración para convocar cada año al concurso de selección a nivel bachillerato. Desde entonces y sólo con algunas modificaciones se ha realizado el registro de aspirantes y la evaluación de conocimientos.

Asimismo se encomendó al Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL) la elaboración y calificación del examen que se utiliza en el concurso.

Hasta ahí todo iba bien. Cuando menos no se daban reclamaciones mayores cada año cuando decenas de miles de estudiantes eran rechazados de ingresar a la UNAM. Pero la semana pasada el sistema hizo crisis cuando se detectaron errores en 11 mil 51 exámenes de igual número de aspirantes a ingresar al bachillerato, a quienes les dieron calificaciones de 20 a 30 puntos cuando un buen porcentaje había logrado hasta más de 90 de las 128 preguntas, por lo cual no alcanzaron lugar en ninguna institución pública.

Estudiantes egresados de secundaria con niveles de calificación altos empezaron a aparecer en las redes sociales primero y después a dar testimonios en programas de radio y televisión para exponen sus casos. No había margen de maniobra ni para la Comipems ni para la UNAM.

Las escuelas particulares aprovecharon el largo y tormentoso fin de semana para miles de estudiantes y sus padres. Lanzaron convocatorias, promesas de becas, facilidades de pagos. Quienes tenían recursos se inscribieron, otros sufrieron la reprimenda de sus progenitores, algunos más el apoyo. Junto con las denuncias en redes se registraron manifestaciones frente a la Rectoría de la UNAM.

El 7 de agosto la UNAM a través de un comunicado informó que especialistas de esa casa de estudios detectaron un desfase entre algunas de las plantillas de preguntas y la hoja de respuestas de 11 mil 51 aspirantes. Por lo que ya se realizaba una revisión de los mismos.

Dos días después la UNAM informó que 3 mil 613 estudiantes obtuvieron el puntaje necesario para ingresar a su bachillerato. Esta cifra se suma a los 33 mil 218 egresados de secundaria que ya habían sido aceptados por la máxima casa de estudios, por lo que el total de estudiantes de nuevo ingreso a nivel bachillerato será de 36 mil 831 para el ciclo 2017-2018, luego de varios años en que se mantuvo sin cambios significativos.

Varias preguntas quedan por responder. ¿La Comipems tiene razón de seguir existiendo después de este error garrafal que incluso pudo haber terminado en tragedia entre algunos jóvenes para la grave decepción de esas calificaciones tan bajas? ¿Qué o quién garantiza que en el pasado no existieron esos errores en el proceso de calificación?

¿Por qué la UNAM tiene que esperar varios años, décadas, para ampliar su oferta de espacios educativos? Bien por la máxima casa de estudios que se aplicó ante esta crisis provocada por la Comipems, pero ya es tiempo de no regatear espacios y pensar en la construcción de nuevas Preparatorias y CCH´s.

Para este 2017, se recibieron 325 mil 403 solicitudes de examen. No todos aspirantes a la UNAM, pero si más de 175 mil estudiantes.

Con algunas pequeñas variables cada año, donde se aumentan 500 o 1,000 alumnos por año frente a los más de 100 mil que se quedan sin acceso, los 14 planteles de bachillerato de la UNAM se han convertido en el sueño de jóvenes mexicanos que buscan educación de calidad.

Desde hace 45 años que se construyeron los últimos planteles de bachillerato en la UNAM el presupuesto de la máxima casa de estudio ha crecido obviamente para fortalecer las áreas académicas, de investigación, creación de nuevas carreras e incluso para fomentar actividades deportivas y culturales. Sin embargo, no se ha construido una nueva aula para los egresados de secundarias.

Es necesario que en esta reciente crisis de los exámenes se opte no sólo por fortalecer y transparentar los mecanismos de ingreso al bachillerato de la UNAM, sino también por ampliar significativamente los espacios mediante la construcción de nuevos planteles que permitan seguir estudiando a decenas de miles de jóvenes en la máxima casa de estudios del país. Tal Cual.

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